🏀 La WNBA ya no es un experimento: ahora vende franquicias a precio de oro
Del subsidio simbólico a las franquicias de US$ 250 millones: así se rompió el techo del deporte femenino.
El deporte femenino dejó de ser un apéndice para convertirse en un producto premium.
La WNBA lo dejó clarísimo: anunció la incorporación de tres nuevas franquicias — Cleveland, Detroit y Philadelphia — que se sumarán entre 2028 y 2030. La liga pasará de 12 equipos a 18 en solo cinco años.
Pero lo que más importa no es el número de camisetas vendidas o la foto de la comisionada. Lo que importa es la cifra: cada nuevo equipo pagará una **cuota de expansión de US$ 250 millones, cinco veces más de lo que pagaron las Golden State Valkyries (US$ 50M) hace apenas dos años.
📈 Un negocio que explota en cámara lenta
La WNBA tiene 28 años de historia, pero su salto económico real empezó hace menos de cinco.
Valor promedio de una franquicia: de US$ 20–50M en 2020 a US$ 100–500M en 2025.
Los contratos de televisión suman ahora US$ 2.2 mil millones, con ratings que crecieron más de 170 % en playoffs y un promedio de 1.2 millones de espectadores por juego.
Equipos como Las Vegas Aces, New York Liberty o Valkyries ya proyectan ingresos comerciales comparables a equipos masculinos de segundo nivel.
La gran diferencia: hoy los dueños no buscan “subsidiar” una liga por compromiso social. Quieren ROI real: patrocinadores, merch, hospitality premium, derechos globales y streaming.
🗺️ Más equipos, más tensión
A mayor expansión, más preguntas incómodas. Las jugadoras han dejado claro que no van a permitir que la nueva ola de ingresos se quede en la estructura. El sindicato está listo para renegociar el convenio colectivo, buscando mejorar topes salariales, viajes chárter y condiciones laborales que aún están lejos del estándar NBA.
El dilema: ¿puede la liga sostener esta narrativa de éxito mientras las jugadoras siguen peleando por un salario base que —en muchos casos— no compite ni con ligas europeas?
🌍 Efecto dominó en otros deportes
Este boom de la WNBA no es un fenómeno aislado:
La NWSL (liga femenina de fútbol en EE.UU.) ya planea subir sus cuotas de expansión.
La PWHL (hockey femenino) arranca su primera temporada con patrocinios millonarios.
Los grupos de inversión empiezan a ver el deporte femenino como activo de rendimiento estable y ancla para nuevas audiencias, sobre todo millennials y Gen Z.
🎯 No Son Juegos
La WNBA 2025 ya no es un experimento: es un producto viable, codiciado y con upside real.
Los nuevos propietarios ya no se presentan como mecenas filantrópicos, sino como CEOs que exigen rentabilidad.
Pero el mensaje más potente no es para el fan: es para el resto del negocio deportivo.
El deporte femenino ya encontró la puerta de entrada a la mesa de los grandes. Ahora quiere quedarse ahí y cobrar lo que vale.
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